Todos tenemos muchos miedos desde que somos chiquitos y creemos que no llegaremos a vencerlos nunca, ¡pero no es así! Los miedos, como no existen materialmente, han sido “construídos, fabricados” por nuestra mente y por detalles que no nos gustan y que aparecen de pronto… He conocido amigos o amigas que desde niños le tenían terror a la oscuridad, por ejemplo, o al ladrido de los perros… o a una fotografía colgada en la pared… o a las gotitas de agua que saltan cuando estás sentado en el inodoro. O miedo a las miedosas lagartijas, o horror a atravesar un pasillo oscuro… ¡cosas así!
Yo le tuve miedo a los policías desde que viví en la Isla de Cuba. Cada vez que se me acercaba un uniformado temblaba y ya ni siquiera podía dormir por la noche. Me sentía culpable por no haber hecho nada, pero ellos te hacían sentir culpable: pues les daban órdenes de que le metieran miedo a la población, sobre todo a los varones adolescentes y jóvenes. ¡Quién sabe qué intenciones tiene el gobierno militar de provocar eso! Qué feo que alguien para mantenerse en el poder, tenga que recurrir a inyectarle miedo a su gente. En fin…
Bueno, pues pasaron los años y me vine a vivir a México y… ¿pueden creerlo? Me asustaba al llegar hasta con los uniformados que acomodaban o cuidaban los coches de los Supermercados. ¡O los carteros que llevaban la correspondencia!
Entonces, por ese y por otros miedillos que se van acumulando, fui a Terapia Colaborativa y Familiar y pude vencerlos con una espada de confianza. Recuerdo a mis terapeutas: Carmen, Rebeka, Rocío… Cada una a su modo me ayudó a darle palabras a lo que sentía, a saber que no soy Superman y que tengo derecho a sentir todas las emociones y todos los sentimientos sin estarlos reprimiendo.
Algo que me ayudó también a derrotar los temores ha sido pintar obras o escribir cuentos, teatro, poesía. No hay nada más hermoso que el Arte para aprender a vivir. El Arte nos enseña a hacer las paces con las cosas feas o violentas de este mundo…
LEMIS